sábado, 7 de marzo de 2009

Robar (arte) sí que es un arte

Dice Denis Leary, al final de la película El secreto de Thomas Crown, después de un espectacular robo, que "si un judini chiflado quiere robar una obra de arte, que en realidad sólo interesa a la selecta sociedad ricachona, por mí puede hacerlo". ¡Pues claro! Si el arte tiene que estar en la taza del váter, tal como nos cuenta Marc Bellmunt en su blog ( http://www.ubeinn.blogspot.com/ ), prefiero que lo tenga alguien que realmente lo disfrute mientras lo contempla, y no precisamente haciendo sus necesidades...

Según J.M. Perceval, nuestro profesor, más del 40% de las obras de arte que salen al mercado son adquiridas por los grandes multimillonarios, como Paul Allen, co-fundador de Microsoft; Leonard y Ronald Lauder, los hijos de los fundadores del imperio cosmético Estée Lauder; o a nivel nacional, como las hermanas Koplowitz o los mismos Reyes. Normalmente, los precios son astronómicos. Según nuestro profesor, el precio de estos artículos de lujo no suelen bajar del medio millón de euros.

Ayer me pasé por el portal web de la casa Christie's, dónde se calculaba que un simple estampado de un gato hecho por Andy Warhol tendría un precio que oscila entre los 2.000 y 3.000 dólares, cómo mínimo. Y no creo que estos precios sobre las nubes sirvan para paliar los efectos de la crisis, que ya se ha obligado a esta casa de subastas a hacer recortes laborales...

Hablando de la crisis, resulta que según la consultora Arte Global ( www.arteglobal.es ), personas ricas y no tan ricas (de clase media), están llevando a cabo inversiones en arte como una salida fiable en estos momentos de recesión económica. No sé si se trata de una opción factible, pero me parece tan triste como el señor que tiene cuadros de Miró en su lavabo. El arte está para contemplarlo, para satisfacer a los sentidos, y no a tu vanidad o tu bolsillo.

En la clase del pasado lunes, se comentó brevemente que a una de las hermanas citadas le robaron una serie de obras de arte. Pues bien, si era el caso de que las tenía para presumir, o por pura señal de lujo, me parece estupendo. Ójala que el ladrón no lo vendiera en el mercado negro o a la mafia -otro colectivo que le encanta poseer obras de arte en sus residencias particulares, pagadas con dinero de dudosa procedencia-, sino que se lo quedase para él o se lo diera a un coleccionista que realmente sepa apreciar un cuadro, una escultura, etc.

Pero no me engaño: que Christie's exista des de hace tanto tiempo, que los grandes coleccionistas de arte sean filántropos multimillonarios (antes reyes, ahora empresarios)... son muestras de que el arte, su adquisición y divulgación siempre ha ido asociado al dinero. ¿No dijo J.M Perceval que a muchos historiadores del arte son asesinados porque demuestran que cierta obra que don señor x tiene es falsa? Quizás era una broma, o no...

En fin, quizás el ficticio Thomas Crown no es un Robin Hood que roba obras de arte de museos para que las puedan ver los pobres, pero sin duda demuestra que el robo a veces puede resultar artístico. Devolver un cuadro robado y "tomar prestado” otro... ¡Olé qué arte!: http://www.youtube.com/watch?v=S0KK0msnLhw

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